martes, 16 de enero de 2018

                               Yo he visto cosas que vosotros no creeríais
Aún es casi de noche. Llovizna. La niebla suma humedad y resta luz. Entre su espesura, junto a las piedras de las albarradas se perfilan eses abiertas de nobles astas, anchas en la base de las testuces, finísimas cuando se pierden apuntando a la luna. En primavera avanzada, o ya en el estío, perderán su tacto por deshonestos barberos, antes de enfrentarse a los aceros en los alberos cerrados de su final. Al momento, un poco más allá, otras astas, que por el número de sus puntas, (estas de ahora suman catorce), atraerán su término aquí mismo, tras las detonaciones de los que rompen la vida por un trofeo, no por hambre.
La luz lucha por vencer para mostrarnos la apertura del paisaje. Tras las dehesas colinas y cárcavas. Encinas y pinos para el manto de la Virgen de la Cabeza, en las laderas donde se eleva y limita el paisaje, junto al Santuario.
El motor se apaga. Romeros en flor. Los últimos madroños. Se dispone el equipo. La espera es corta. La emoción aparece y sube por ronroneos muy cercanos. Se distinguen distintos. Una pareja en los cortejos amorosos. A prudente distancia tomamos posiciones, comprobamos y fijamos parámetros. Al poco la adrenalina nos satisface. No hay pudor; los enamorados se muestran entre las jaras, sobre una pequeña alfombra de escasas lluvias. A un lado  brezo; al otro les rozan las olivillas. Sus movimientos muy suaves, muy prudentes. Un poco más cerca. ¡No, aún no, espera! Y él se aleja un instante. Se miran. Más que maullidos, nuevos arrullos. Ella se levanta y muy lenta pasa cercana. Se ofrece en el tálamo. Y él la abraza.
Allí permanecen. No les importan los foráneos que sigilosamente han ido acudiendo. Miro hacia atrás. Docenas de ópticas indiscretas asistirán en poco menos de una hora a otros escarceos y un nuevo abrazo de amor. ¡Qué regalo!
Sí, ahora ya os puedo decir...que yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Más acá de Orion. Todos esos momentos no se perderán...en el tiempo...como lágrimas en la lluvia, brillando cerca de la puerta de Tannhäuser.
Sierra Morena. Enero de 2018.















No hay comentarios:

Publicar un comentario